La historia del pesebre

 La historia del pesebre, o nacimiento de Jesús, tiene sus raíces en los relatos evangélicos de la Navidad, especialmente en los Evangelios de Mateo y Lucas. Sin embargo, la representación del pesebre tal como se conoce hoy en día se atribuye a San Francisco de Asís, quien en el año 1223 creó la primera representación viviente del nacimiento de Cristo en Greccio, Italia. Este acto no solo fue un medio de evangelización, sino que también buscó hacer presente la humildad y la simplicidad del nacimiento del Hijo de Dios.

El pesebre, que en italiano se llama "presepe", proviene de la palabra latina "praesepium", que significa "manger" o "comedero". En el relato de Lucas, se menciona que María dio a luz a su hijo y lo envolvió en pañales, colocándolo en un pesebre porque no había lugar para ellos en la posada. Este acto de ser colocado en un lugar donde se alimentan los animales simboliza la humildad de la encarnación de Dios, quien eligió nacer en la pobreza y la sencillez.

La representación del pesebre se ha convertido en una tradición familiar muy querida en la Iglesia Católica. El Papa Francisco, en su carta apostólica "Admirabile Signum", destaca que el pesebre es como un "Evangelio viviente" que invita a las personas a reflexionar sobre el misterio de la encarnación y la cercanía de Dios con la humanidad3. Al montar el pesebre en los hogares, las familias reviven la historia de Belén y se conectan con la salvación que trae el Niño Jesús.

San Francisco, al crear el pesebre, no solo buscaba recordar el evento histórico, sino también transmitir un mensaje de amor y esperanza. En su biografía, se relata que la noche en que se realizó la primera representación en Greccio, todos los presentes se sintieron llenos de una alegría indescriptible4. Este acto de humildad y amor se ha mantenido a lo largo de los siglos, convirtiéndose en un símbolo de la Navidad.


El pesebre también invita a la contemplación y a la reflexión sobre la vida familiar. El Papa Francisco menciona que al observar el pesebre, se puede recordar la importancia de la cercanía de Dios en nuestras vidas y cómo Él se hace presente en las situaciones cotidianas5. La figura del Niño Jesús, con los brazos abiertos, simboliza el abrazo de Dios a la humanidad, recordando que Él está siempre cerca, especialmente en los momentos de necesidad.

Además, el pesebre es un recordatorio de la esperanza que trae el nacimiento de Cristo. En la tradición cristiana, cada figura del pesebre, desde María y José hasta los pastores y los Reyes Magos, representa un aspecto de esta esperanza. María, con su "sí" a Dios, abre la puerta a la salvación, mientras que José, al aceptar su papel como protector de la Sagrada Familia, refleja la fe y la obediencia a la voluntad divina.

La devoción al pesebre ha crecido a lo largo de los años, y hoy en día se puede encontrar en hogares, iglesias y espacios públicos en todo el mundo. Cada pesebre es único, reflejando la creatividad y la cultura de quienes lo montan, pero todos comparten el mismo mensaje central: la llegada de Dios a la humanidad en la forma de un niño.

En resumen, la historia del pesebre es una rica tradición que no solo recuerda el nacimiento de Jesús, sino que también invita a la reflexión sobre la humildad, la cercanía de Dios y la esperanza que trae a la humanidad. A través de esta representación, se celebra el amor de Dios que se hizo carne y habitó entre nosotros, recordando a todos la importancia de la fe y la comunidad en la vida cristiana.